Cilacap (ANTARA) – Esa mañana, el aire en la aldea de Cibeunying, distrito de Majenang, todavía llevaba el olor a tierra húmeda que había persistido desde que un deslizamiento de tierra destruyó áreas residenciales unos días antes. El polvo que queda entre los escombros de la casa parece ser un recordatorio de que sus vidas cambiaron en cuestión de horas. Pero detrás del miedo restante se esconde una esperanza que poco a poco está volviendo a crecer.
En el ayuntamiento, el miércoles (12/3), el sonido de los vehículos de transporte logístico de la refinería RU IV Cilacap de Pertamina International (KPI) rompió el silencio de la aldea. Aquella mañana no hubo gran ceremonia, sólo las sonrisas de los vecinos que dieron la bienvenida a la llegada del equipo, como si entendieran que la ayuda que llegó no eran sólo bienes, sino parte de los esfuerzos para recuperar fuerzas.
Una a una se fueron descargando las cajas y bolsas logísticas: agua mineral, aceite de cocina, huevos, hierbas culinarias y diversas verduras frescas que han sido los ingredientes principales en las cocinas públicas desde el primer día de la catástrofe. En la sencilla cocina que seguía humeando, los residentes encontraron una vez más un lugar donde sentirse seguros.
“Alhamdulillah, gracias Pertamina por continuar ayudándonos y fortaleciéndonos”, dijo Dede Gunawan, secretario de la aldea de Cibeunying, al recibir la asistencia transmitida por Sunaryo Adi Putra, oficial de cumplimiento y comandante de la refinería de Cilacap.
Para los supervivientes, esta ayuda no se trata sólo de las necesidades básicas. Existe la sensación de que no son los únicos que se enfrentan a una situación que nunca antes habían imaginado.
No lejos del ayuntamiento, más de un centenar de residentes viven temporalmente en tiendas de campaña para refugiados. Se vio a varias mujeres sentadas mirando la colina que se había derrumbado hace varios días. Los niños corrieron lentamente hacia el área de la tienda, pero sus pasos aún eran vacilantes.



