El drama brasileño de Bel Bechara y Sandro Serpa “Luz baja” (“Lusco-Fusco”), producción de Rafaella Costa en Películas de albahacasurgió como uno de los títulos destacados en ventana sur‘s Copia Final, obteniendo el Premio Cine+ OCS, el Premio Estúdio Plata y el Premio Send Files.
Los premios han dado un nuevo impulso a un proyecto que aborda el abuso doméstico y la violencia estructural contra las mujeres a través de una historia de solidaridad intergeneracional.
Ambientada principalmente en una escuela primaria pública, la película sigue a Vera, una joven maestra atrapada en una relación abusiva; Alda, la limpiadora del colegio que ha envejecido sin aprender a leer ni escribir; y Joana, la nieta de ocho años de Alda y alumna de Vera, que se convierte en el vínculo entre las dos mujeres.
Mientras Vera y Alda encuentran refugio en su amistad (un espacio pequeño y ferozmente defendido donde pueden compartir dolor, deseo y frágiles planes para el futuro), Joana absorbe, casi en tiempo real, lo que significa ser mujer en el Brasil de mediados de la década de 2020.
Concebida durante la pandemia, cuando surgieron feminicidios y agresiones contra mujeres, “Low Light” surge de lo que sus realizadores describen como la necesidad de mostrar que enfrentar la violencia de género no es una cruzada individual sino un proceso colectivo.
También escrito por Bechara y Serpa, el guión se construye en torno a tres generaciones –niña, joven adulta y mujer mayor– e insiste en encontrar esperanza en los gestos cotidianos de protección y alianza entre mujeres más que en un único acto catártico.
Colaboradores desde hace mucho tiempo, el dúo ha construido un cuerpo de trabajo distintivo a través de siete cortometrajes de 35 mm y tres largometrajes documentales: “Música Serve pra Isso” (2013), “Histórias de Maramaior” (2016) y “Hoje é o Primeiro Dia do Resto da Sua Vida” (2024). También dirigieron el largometraje de ficción de 2018 “Dondequiera que estés” y continúan a caballo entre la ficción y la no ficción.
En cuanto a la producción, Manjericão Filmes, de Rafaella Costa, lidera el proyecto. Fundada en 2007, la empresa con sede en São Paulo se ha labrado un perfil como socio de referencia para trabajos políticamente comprometidos e impulsados por mujeres con alcance internacional.
Manjericão produjo “Power Alley” (“Levante”) de Lillah Halla, que se estrenó en la Semana de la Crítica de Cannes en 2023, tuvo buenas ventas y ganó el premio Fipresci a la mejor ópera prima en las secciones paralelas, y “My Name Is Baghdad” de Caru Alves de Souza, ganadora del Oso de Cristal a la mejor película en la Generación 14plus de Berlín en 2020.
Producida en asociación con Macondo Filmes, “Low Light” obtuvo financiación de la Ley Paulo Gustavo de Brasil. Antes de Ventana Sur, ya hizo ruido en muestras de work-in-progress como Brasil Cinemundi y Cinéma en Construcción de CineLatino en el Polo Audiovisual.
Variedad habló con Bechara, Serpa y Costa sobre los orígenes de la película, su lenguaje visual y sus ambiciones para su carrera internacional.
¿Cuál fue la chispa inicial de “Low Light” y cuándo te diste cuenta de que las historias cruzadas de Vera, Alda y Joana podrían sustentar una película?
Bel Bechara y Sandro Serpa: Durante la pandemia en Brasil, vimos aumentar drásticamente el número de feminicidios, violaciones y otras formas de violencia contra las mujeres. Vivíamos bajo un gobierno de extrema derecha que fomentaba abiertamente la posesión de armas y trataba a las mujeres como inferiores, defendiendo incluso salarios más bajos para las mujeres porque podían quedar embarazadas. Ese ambiente misógino, combinado con el encierro y la gente reunida en espacios muy pequeños, creó una explosión de violencia doméstica.
A partir de ahí, esbozamos el primer esquema de “Lusco-Fusco”, entendiendo que enfrentar la violencia estructural contra las mujeres no sería un viaje individual sino colectivo: mujeres ayudando y aprendiendo de otras mujeres. Por eso construimos la película en torno a tres generaciones: una niña de ocho años, una mujer de 28 años y una mujer de 54 años.
Joana aprende de su abuela y de su maestra lo que significa ser mujer en Brasil en 2025 y, al mismo tiempo, es ella quien trae esperanza, quien lleva a las otras dos a no rendirse en su momento más oscuro.
Queríamos hacer una película sobre un tema muy duro sin perder la esperanza, creyendo en el poder de la amistad y la protección entre las mujeres.
¿Cómo abordaste la representación del abuso doméstico y el analfabetismo preservando al mismo tiempo la agencia y la dignidad de Vera y Alda en la pantalla?
Alda y Vera enfrentan diferentes formas de abuso y violencia. Alda tuvo que abandonarse a sí misma y a su educación para adaptarse al papel que se esperaba de la mujer: cuidar de los hombres, de la familia. Hoy trabaja como limpiadora en el colegio y también se encarga del cuidado de Joana, su nieta, mientras que el padre, que vive con ellas, no asume ninguna responsabilidad.
Vera queda atrapada en una relación abusiva que sigue el conocido “ciclo de violencia”: el hombre la agrede, desaparece, regresa arrepentido y amable por un tiempo, y luego todo vuelve a empezar. Cuando este ciclo no se rompe, puede terminar en feminicidio.
Desde el primer borrador decidimos que no habría violencia gráfica en la pantalla. La cámara retrocede; cortamos al exterior de la casa; Nos centramos sólo en las mujeres en los momentos más tensos. El analfabetismo se presenta como una consecuencia de la violencia estructural: una vez que Alda se acerca a Vera y se la anima a estudiar, puede cambiar la dinámica de poder en casa y avanzar en el trabajo.
Para preservar su dignidad y agencia, trabajamos en el guión y muy de cerca con nuestras actrices. Sandra Corveloni Ganadora de la Palma de Oro a la mejor actriz por “Linha de Passe” de Walter Salles y Daniela Thomas, interpreta a una Alda que nunca se compadece de sí misma. Vera de Amandyra comprende, cuando ve que la violencia alcanza a su amiga, que es imposible aceptarlo y reacciona.
Pero no buscábamos una catarsis personal ni una redención individual que vaciara la discusión. El problema es estructural, colectivo y persistente. Tienen sus luchas individuales, pero aún así pueden ser linchadas simplemente por ser mujeres. Apuntamos hacia la esperanza a través de la hermandad, el apoyo mutuo y, en última instancia, la organización política.
¿Cómo utilizas la luz, el espacio y la textura para convertir el título “Low Light” en un concepto visual y emocional en la película?
La traducción exacta de “Lusco-Fusco” sería “Crepúsculo”, pero ese título ya está tomado de una película de vampiros muy famosa. Elegimos “Low Light” pensando en este momento entre la oscuridad y la luz: el amanecer o el anochecer.
Trabajamos los estados emocionales de los personajes en paralelo a esta idea. Vera se esconde en la oscuridad cuando no se encuentra bien y Alda rápidamente reconoce ese código e interviene para ayudar. En una escena clave, Vera se ve atraída por la luz de un concierto de la cantante punk Karina Buhr y empujada a tomar una decisión sobre su futuro. En el punto más bajo de la película, Alda y Vera están a punto de rendirse, entregadas a la oscuridad, sin fuerzas para reaccionar, y la pequeña Joana aporta luz –literal y metafóricamente– a la escena.
También contrastan con espacios más luminosos y alegres, como el colegio durante el día, que luego aparece sin vida y sin luz en las primeras escenas nocturnas. A medida que Vera y Alda se acercan, poco a poco recupera color y vitalidad. Los personajes masculinos siempre traen opresión y oscuridad; En los momentos más tensos del “ciclo de violencia”, todo se vuelve más pesado y luego las cosas parecen mejorar. Esa dinámica se refleja en los ambientes y la iluminación, siguiendo la lógica del ciclo.
¿Qué tipo de visibilidad y colaboraciones concretas espera obtener de la presencia de la película en Copia Final en esta etapa?
Rafaella Costa: La sesión de Copia Final en Ventana Sur es una ventana clave para impulsar la película hacia el mundo. Creemos que nuestra participación en la muestra, combinada con el reconocimiento y los premios que recibimos, ahora le da a la película la fuerza que necesita para encontrar los socios adecuados para impulsar su alcance internacional y su impacto comercial y ayudarnos a llegar a nuestra audiencia.
Nuestro siguiente paso es asegurar un hermoso estreno en un festival importante y luego viajar con la película a través de tantos territorios como sea posible, en asociación con un agente de ventas que se unirá a nosotros en esta colaboración.
¿Cómo influye la trayectoria de Manjericão Filmes en tus ambiciones para “Low Light” en términos de identidad artística y estrategia comercial y de festival?
Costa: Manjericão Filmes ha consolidado su identidad produciendo obras lideradas por mujeres y dedicadas a los temas más urgentes de sus vidas en el Brasil contemporáneo: la amistad, la juventud, la política y sus violencias, el aborto, entre otros.
“Low Light” continúa la vocación ética y estética que guía nuestro trabajo. La película, que ya ha llamado la atención en sesiones de trabajo en progreso en mercados internacionales, combina un fuerte trabajo de personajes y una escritura precisa, elementos que apuntan tanto a un estreno sólido como a una trayectoria consistente en el circuito de festivales internacionales.
Al mismo tiempo, es una película capaz de atraer a audiencias más amplias, primero en salas de cine y luego en plataformas. Nos comprometemos a construir este camino con el mismo cuidado y ambición artística que definen a Manjericão y sus proyectos.


