
Un ciudadano que sufrió un lesión el año pasado, después de que pisó un desagüe rallado en la carretera y dos radios se rompieron, lo que provocó que su pierna se deslizara hacia adentro, marcó recientemente el sombrío primer aniversario.
Se acercó a través de una aplicación de mensajería de redes sociales y le pidió a la gente que enviara fotos de tapas de alcantarilla o desagües en mal estado o agrietadas. La idea era crear conciencia, impulsar a los responsables hacia la inspección, la investigación y la reparación. Advirtió que se debe evitar pisar estas rejillas, desagües y tapas, ya que pueden parecer fuertes, pero eso muchas veces es engañoso.
Lo preocupante es la cantidad de fotografías que llegan de los ciudadanos. Esto demuestra que los responsables deben vigilar todas las coberturas de los pabellones. Lamentablemente, también nos encontramos todavía en la fase de debate sobre las cubiertas que sólo pueden ser retiradas por personal autorizado. Un debate estalló después de que locales supuestamente «bien intencionados» quitaran estas cubiertas durante las inundaciones en la ciudad, con la esperanza de que el agua drenara en las alcantarillas y mitigara anegamiento. Sin embargo, eso está fuera del ámbito de esta edición.
Este es un llamado a una inspección continua y consistente, a una respuesta rápida a las señales de alerta que surjan sobre cubiertas o incluso radios en desagües o cualquier tipo de infraestructura que parece debilitado.
Esto tiene dos aspectos: en primer lugar, necesitamos un enfoque proactivo en el que los responsables de la toma de decisiones cuiden de las personas y vigilen la infraestructura. Si estos se destacan a través de los medios o incluso de las redes sociales, al menos deben justificar una verificación. En segundo lugar, necesitamos reacciones. Los equipos o infraestructuras peligrosas deben ser acordonados para que no puedan ser utilizados y las reparaciones, que sean de buena calidad y duraderas, deben realizarse lo antes posible. Una ciudad segura es un derecho.

