Solo (Antara): en el mundo de la educación después de un aprendizaje independiente, a menudo nos enfrentamos a una pregunta clásica: si el éxito del aprendizaje está determinado por las figuras en la boleta de calificaciones, o por el corazón que comprende el significado de aprender en sí mismo. Esta pregunta no es solo una retórica, sino una reflexión que continúa perturbando a los maestros, los padres, la comunidad, incluso a los propios estudiantes.
Las figuras han sido durante mucho tiempo un símbolo de rendimiento. Es claramente visible, fácil de medir y se puede comparar. Los puntajes de los exámenes, los puntajes nacionales de investigación y el GPA en las instituciones terciarias a menudo se consideran un solo punto de referencia. De hecho, detrás de las figuras hay largos procesos que incluyen emociones, motivación, persistencia, a la sinceridad del aprendizaje. Un corazón que está excitado, diligente y lleno de curiosidad a menudo determina el éxito a largo plazo que solo las cifras.
El aprendizaje de la psicología ofrece una posición interesante a este respecto. Albert Bandura, por ejemplo, enfatiza la importancia de la autoevaluación, la creencia individual en sus propias habilidades. Los estudiantes que creen en sí mismos serán más valientes de intentar, no se rendirán fácilmente y eventualmente podrán lograr mejores resultados. Por el contrario, los estudiantes que pierden la autoconfianza a pesar del hecho de que tienen una alta inteligencia, no expresan su potencial. Aquí es donde el corazón juega un papel importante.
Sin embargo, no podemos negar las funciones numéricas. Las canciones actúan como el lenguaje de la comunicación entre estudiantes, maestros y padres. Sin números es difícil imaginar cómo la escuela evalúa objetivamente el desempeño de los estudiantes. Los números también funcionan como motivación externa. Se puede alentar a un estudiante que obtiene un puntaje bajo para que se mejore.
El problema surge cuando las cifras se colocan como si fueran el destino final, no solo un instrumento de medición. Los padres se enojarán si sus hijos obtienen cifras bajas sin comprender su significado.
Cuando las cifras se convierten en el centro de todo, nace una presión que carga el alma de los estudiantes. No algunos que experimenten estrés, miedo excesivo, incluso pierden interés en el aprendizaje por miedo al mal valor.
Este fenómeno es muy real en varias encuestas bajo psicología educativa. En Japón, por ejemplo, se creó el término examen que describió el sufrimiento psicológico de los estudiantes debido a la presión de los exámenes de ingreso escolar y universitario. En Indonesia también estamos familiarizados con las historias de niños que solo pierden el espíritu de la vida porque los puntajes de las pruebas no son los esperados.
El aprendizaje de la psicología devocional entre el corazón y este número nos recuerda la importancia del equilibrio. La educación no debe detenerse en los números, sino también tocar el lado del corazón. El maestro debe presentarse significativo para presentar, despertar curiosidad, promover la empatía y ofrecer a los estudiantes espacio para encontrar el significado personal de cada lección.
En este contexto, el corazón se puede comparar con una máquina de conducción, mientras que el número es solo una tarjeta de viaje. La máquina de conducir da energía para seguir caminando, mientras que la tarjeta ayuda a mostrar la dirección. El viaje se detiene sin una máquina; El viaje se pierde sin una tarjeta. Ambos deben ir de la mano, no reemplazar.
Además, la psicología moderna del aprendizaje enfatiza la importancia del enfoque del pozo del alumno. El pozo psicológico de los estudiantes no es menos importante que el rendimiento académico. Los estudiantes felices, seguros y apreciados suelen ser más creativos y más innovadores. Esto es lo que es necesario en el siglo XXI: una generación que no solo es inteligente en los números, sino que también es emocionalmente maduro y es difícil asumir desafíos.
Los maestros y los padres juegan un papel estratégico en el equilibrio de este corazón y número. Los padres no solo deben preguntar: «¿Cuál es tu valor hoy?», Sino también: «¿Qué aprendes hoy?», O «¿Qué es lo que te hace feliz al aprender?» Este tipo de pregunta da una señal de que el proceso es más importante que solo los resultados.
El maestro también puede dar retroalimentación constructiva, no solo figuras, sino también comentarios positivos que fortalecen la motivación intrínseca de los estudiantes.
Por supuesto, este cambio de paradigma no es fácil. La cultura de nuestra sociedad todavía enfatiza las figuras. Sin embargo, se pueden iniciar pequeños pasos. Las escuelas pueden expandir el sistema de evaluación, por ejemplo, con carteras, proyectos creativos o autoevaluación.
El gobierno también puede apoyar la política que enfatiza más sobre la formación del carácter y las habilidades del siglo XXI. En última instancia, el aprendizaje real es el viaje interno, no solo una competencia de canciones. Las cifras son importantes, pero los corazones que aman el proceso de aprendizaje son mucho más valiosos. Un estudiante cuyo valor puede ser imperfecto, pero es capaz de mantener su curiosidad, se atreve a asumir desafíos y compartir sinceramente el conocimiento, ha logrado un éxito más esencial.
Esta reflexión nos invita a ver la educación más amplia y humana. No estemos atrapados solo en la lógica de los números, mientras que el corazón que es entusiasta se extingue. Porque su verdadero entrenamiento es un intento de humanizar a las personas, no solo medir el rendimiento.
*Facultad de Entrenamiento y Educación de Maestros, Universidad de Muhammadiyah, Surakarta (UMS)



