
Los estadios están surgiendo por todo el país. El BCCI está repleto de dinero de las emisoras y tarifas de franquicia. El cricket indio nunca ha sido más rico ni más próspero. El juego se está extendiendo a rincones del país donde antes apenas llegaba. Desde Cachemira hasta Kanyakumari, nuevas academias, terrenos de césped y estadios iluminados dan testimonio de un deporte en su apogeo comercial y cultural.
El equipo del Trofeo Mumbai Ranji liderado por Shardul Thakur comenzó su campaña 2025-26 contra Jammu y Cachemira en Srinagar el miércoles. Sus seguidores desearán conseguir el título número 43 al final de la temporada.
Por cierto, este es el 50º aniversario del triunfo de Bombay en 1975-76, ideado por ese maestro táctico, el fallecido Ashok Mankad. En el período previo a la final, su equipo, que tenía tres debutantes… Sandeep PatilRahul Mankad y Vijay Mohanraj: burlaron a una imaginada unidad de Hyderabad que se jactaba de contar con los jugadores de prueba MAK Pataudi, el capitán ML Jaisimha, Abid Ali, Abbas Ali Baig y Kenia Jayantilal, a pesar de conceder una ventaja en la primera entrada a los visitantes en el estadio Wankhede. V Ramnarayan, de Hyderabad, reclamó siete para eliminar a Bombay por 222 en el primer día, pero los anfitriones reaccionaron y Rakesh Tandon reclamó seis, mientras que Paddy Shivalkar devolvió a cuatro Hyderabadis para provocar una de las famosas victorias de Bombay.
Bihar fue conquistado en la final en Jamshedpur y Ashok recibió la medalla de plata por segunda temporada consecutiva.
Eso sí, Bombay se quedó sin los servicios de Sunil GavaskarDilip Vengsarkar y Eknath Solkar, que estuvieron de servicio en la India en las giras de 1975-76 por Nueva Zelanda y las Indias Occidentales.
Ashok podía hacer llorar a un jugador de bolos con su paciencia y reír a un compañero de equipo y amigo con su ingenio, a veces en la misma tarde. Su cricket, como su vida, se trataba de resistencia, pero nunca sin humor.
Vio gracia donde otros no la veían. Una vez, cuando sus amigos se burlaban de la apariencia de una mujer con gafas, Ashok los despidió con una joya gujarati: “¡Chashma kaado to Hema Malini lage che beta!” — “Quítale las gafas y se verá como la Chica de los Sueños”. Ese era él: rápido con la línea, pero suave al aterrizar.
Su confiable auto Herald fue otro chiste. Su piso casi había desaparecido, ofreciendo a los pasajeros una vista del alquitrán que había debajo. Ashok daba una palmada en el volante y se reía: “¡Raja, aire acondicionado gratis desde abajo!” Rolls-Royces dio estatus; su Heraldo contó historias.
Sus compañeros lo conocían como el espíritu del vestuario de Bombay. Podía regresar de un pato y hacer que todos se rieran entre dientes antes de que el siguiente bateador se pusiera las protecciones. Como capitán, era lo suficientemente astuto como para saber que la confianza importaba tanto como la técnica. Cuando el duodécimo hombre salía con una bebida, Ashok tomaba un sorbo y exclamaba: «¡Wah wah, qué bebida, Raja!» Esa palabra, Raja, era su magia. En ese instante, hizo que una reserva se sintiera como un rey.
En mi primer año completo [1982-83] del Trofeo RanjiTuve una temporada decente con más de 550 carreras en siete partidos. Perdimos la final ante Karnataka en la primera entrada. En un momento crucial de ese partido, dejé caer una atrapada en el medio del campo ante el todoterreno B Vijayakrishna: un golpe al medio del campo, un arranque instintivo y luego… una caída. Probablemente Bombay había perdido el Trofeo Ranji con mi captura. Dicho esto, ambos lados tuvieron su parte de capturas perdidas.
Un mes después, en una función, Ashok se me acercó y me preguntó en voz baja: «Raja, ¿puedes dormir bien? Porque yo no he podido». Decía todo sobre él: cuánto le encantaba ganar el Trofeo Ranji y cuánto vivió para que Bombay lo ganara. La mirada en sus ojos claros me contó una historia que no he podido olvidar hasta el día de hoy.
El otro día, en su aniversario de nacimiento, recordamos a Ashok: un jugador de críquet de pedigrí, un “langar” (presentador en inglés) doméstico hambriento, un narrador por instinto y un hombre cuya risa duraba más que sus carreras.
Uno lo imagina ahora, riendo todavía, bebiendo su cerveza y cantando su canción favorita de Kishore Kumar, Yeh Shaam Mastani. Una canción que representa a Rajesh Khanna, por cierto, el mismo apodo que le dieron sus amigos (Kaká).
Y al igual que esa melodía, su recuerdo perdura: atemporal, melodioso y lleno de picardía.
Seguramente en algún lugar hay un grupo de amigos inclinándose para escuchar tus anécdotas, mientras esa risa malvada resuena, como el sonido de la parte dulce del sauce en la bola en el Estadio Wankhede.
Shishir Hattangadi es un ex capitán del Trofeo Ranji de Mumbai y bateador inaugural. Él tuitea @shishattangadi
El Pavilion End de Clayton Murzello volverá.
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