La temporada de lluvias que sacude las cosas: inundaciones, deslizamientos de tierra y la vulnerabilidad de nuestra estructura espacial

Semarang (ANTARA) – Indonesia se enfrenta esta vez a las semanas más difíciles de la temporada de lluvias. Olas de fuertes lluvias consecutivas han provocado inundaciones repentinas y deslizamientos de tierra en decenas de lugares; El peor caso se produjo en la isla de Sumatra –desde Aceh, en el norte de Sumatra, hasta Sumatra occidental–, donde el número de víctimas mortales y de refugiados siguió aumentando mientras continuaban las labores de rescate en terrenos difíciles.

Los informes iniciales indicaron la magnitud del desastre, y los medios internacionales informaron de un número de muertos en aumento, al parecer de cientos y decenas de miles de desplazados por inundaciones y deslizamientos de tierra.

Los datos de campo muestran que el número de muertos reportados ha llegado a cientos, mientras que miles de residentes han perdido sus hogares y se ha cortado el acceso básico.

En la propia Aceh, al menos 20.759 personas fueron registradas como desplazadas como resultado de las inundaciones que afectaron a 16 distritos/ciudades el 27 de noviembre de 2025, una cifra que da peso concreto a la magnitud del sufrimiento de los residentes en el extremo occidental del archipiélago.

La infraestructura local dañada (carreteras, puentes y redes de comunicaciones) exacerbó la crisis al dificultar la distribución de ayuda y las evacuaciones.

Estas cifras no son sólo estadísticas; son los rostros de hogares perdidos, campos de arroz inundados, escuelas obligadas a cerrar y familias reunidas en tiendas de campaña improvisadas esperando ayuda.

El impacto logístico fue enorme: puentes fueron destruidos y carreteras bloqueadas por deslizamientos de tierra en varios distritos, lo que dificultó que los suministros de alimentos, medicinas y equipo pesado llegaran a los lugares más afectados.

Los informes internacionales también indican la existencia de obstáculos importantes debido a la falta de equipo pesado, lo que dificulta la búsqueda de víctimas y deja muchas zonas accesibles sólo por avión o barco.

Mala gestión ambiental

¿Por qué sucede esto? La respuesta es multifactorial: hay factores naturales (precipitaciones extremas debidas a cambios en los patrones climáticos monzónicos y tormentas tropicales que aumentan la intensidad de las precipitaciones) y hay factores humanos que exacerban la fragilidad ambiental.

Las fuertes lluvias son la causa inmediata, pero la destrucción de los bosques, las prácticas de tala ilegal, la conversión de tierras y la frágil planificación del uso de la tierra significan que el agua que debería ser absorbida se convierte en una poderosa corriente superficial que arranca casas y caminos.

Varios informes sugieren que la madera procedente de la tala ha sido arrastrada por las corrientes, una señal temprana de que la deforestación y la mala gestión de la tierra están contribuyendo a los efectos de las inundaciones y los deslizamientos de tierra.

La historia muestra patrones que se repiten. Los libros sobre el riesgo de desastres y su mitigación en Indonesia enfatizan que este frágil país marítimo ha experimentado durante mucho tiempo inundaciones y deslizamientos de tierra como un fenómeno rutinario, pero la magnitud y frecuencia de sus extremos están aumentando debido a una combinación de cambio climático y presiones antropogénicas sobre el medio ambiente.

Publicaciones oficiales como el Libro de Riesgo de Desastres de Indonesia y una recopilación de estudios del Instituto de Tecnología de Bandung describen cómo la vulnerabilidad espacial (la ubicación de asentamientos en llanuras aluviales, drenaje urbano deficiente y conversión de humedales) es un factor estructural que hace que los desastres hidrometeorológicos sean catastróficos.

La literatura sobre mitigación también enfatiza la necesidad de un enfoque holístico: prevención basada en ecosistemas, planificación espacial rigurosa y sistemas comunitarios sólidos de alerta y preparación.

Desde una perspectiva científica y práctica, muchos nombres y organizaciones han advertido continuamente sobre los peligros de la combinación de precipitaciones extremas y una mala gestión de la tierra.

La Asociación Indonesia de Expertos en Desastres (IABI) y los académicos establecidos en la Red IABI han enfatizado repetidamente la necesidad de realizar auditorías de vulnerabilidad regional, fortalecer la capacidad regional de mitigación y desarrollar infraestructura verde que reduzca la escorrentía de agua.

Hicieron hincapié en que las estrategias de reforestación, el control de la erosión río arriba y la revitalización de las cuencas hidrográficas son pasos que deben implementarse de manera consistente, no sólo después de que haya ocurrido un desastre.

Un breve análisis de otras causas revela problemas con la planificación espacial y el cumplimiento de las políticas. En muchos lugares, los asentamientos se desarrollaron en las riberas de los ríos sin zonas de amortiguamiento adecuadas; drenar y rellenar las zonas húmedas de la costa de la ciudad aumenta el riesgo de maremotos e inundaciones urbanas; Mientras tanto, los desagües de la ciudad suelen estar obstruidos con residuos debido a una mala gestión de los mismos.

Todos estos son factores que pueden superarse si existe una sinergia política entre los gobiernos central y regional y la participación comunitaria.

Pero la mitigación no se refiere sólo al desarrollo físico. El fortalecimiento de los sistemas de alerta temprana, una red de voluntarios locales capacitados y procedimientos de evacuación claros son factores que cambian la vida.

Varios estudios de respuesta a desastres confirman que las comunidades que tienen capacidad local (conocimiento de rutas de evacuación, puntos de reunión y suministros básicos) están en mejores condiciones de reducir los impactos inmediatos.

Los programas de capacitación continuos y las simulaciones de escenarios de desastres deberían convertirse en actividades rutinarias y no ceremoniales anuales.

El gobierno respondió desplegando personal de búsqueda y rescate, unidades policiales y equipo pesado en los puntos afectados; pero una respuesta eficaz se ve obstaculizada por el acceso cerrado y los enormes requisitos logísticos.

En puntos aislados, el apoyo aéreo es el medio más directo, pero esto requiere una clara coordinación centro-regional y datos precisos sobre las necesidades inmediatas en tierra.

Aquí es donde el papel de la tecnología de la información y del sistema nacional de datos sobre desastres es muy importante: los datos en tiempo real sobre los puntos de evacuación, las necesidades médicas y las condiciones de la infraestructura acelerarán el flujo de ayuda.

La documentación oficial de datos de desastres del BNPB y los boletines anuales de datos de desastres muestran que mejorar el sistema de información de desastres es una de las recomendaciones recurrentes que aún no se han cumplido en su totalidad.

Mitigación, integración de políticas y aplicación de la ley

Para los lectores –y los formuladores de políticas– hay lecciones importantes que aprender de esta tragedia. Primero, la mitigación estructural: fortalecer la conservación río arriba (reforestación, restauración de tierras críticas), construir y mantener una infraestructura de drenaje adecuada y hacer cumplir las regulaciones de uso de la tierra que prohíben los asentamientos en la zona roja.

En segundo lugar, mitigación no estructural: desarrollar un sistema de alerta temprana de extremo a extremo, capacitar a voluntarios comunitarios y llevar a cabo campañas intensivas de educación ambiental y gestión de residuos.

En tercer lugar, la integración de políticas: el mapeo de peligros debe ser la base de la planificación del desarrollo, no simplemente un mapa que los funcionarios siguen cada vez que se lleva a cabo una inspección.

Cuarto, rendición de cuentas y aplicación de la ley: las prácticas de tala ilegal y conversión de tierras deben enfrentar sanciones reales; Sin esto, los esfuerzos de mitigación seguirán pareciendo poco entusiastas.

Este artículo no es sólo una lista de críticas. Hay espacio para el optimismo pragmático: Indonesia tiene instituciones, académicos y voluntarios competentes –desde BNPB, MDMC, universidades hasta comunidades locales– que, si trabajan juntos, pueden reducir drásticamente los riesgos.

Sin embargo, esta sinergia requiere un liderazgo político consistente, un presupuesto de mitigación adecuado y un compromiso a largo plazo para mejorar las relaciones entre los seres humanos y el medio ambiente.

Lo que cabe señalar es que el desastre que nos ha acontecido esta vez nos recuerda que el agua no sólo hunde las casas; El agua pone a prueba la capacidad del estado.

Cuando los ríos se desborden y los acantilados se derrumben, sabremos cuán sólidas las redes sociales, las instituciones y las políticas han preparado a este país.

Salvar vidas hoy debe ir de la mano con salvar el mañana, es decir, el medio ambiente y la gobernanza que nos impida repetir esta tragedia.

De lo contrario, cada temporada de lluvias será una cuenta regresiva para nuevas víctimas que podrían haberse evitado.

*Observador de Políticas Públicas LHKP PWM Java Central





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