David Trueba habla sobre la adaptación de David Trueba, Life After Great Love


En David Trueba‘Always Winter’, la película de la noche de clausura de la edición de este año Festival de Cine de Valladolid En España, Miguel Mena (David Verdaguer), de 40 años, un arquitecto paisajista desempleado, viaja a una conferencia en Bruselas para presentar un proyecto, Jardines de la Vida, en el que se invita a la gente a sentarse en la hierba o en un banco y contemplar relojes de arena de tres minutos.

“Nos encantan los relojes de arena porque son una representación visual del tiempo que pasa. Permiten ver el paso de algo que nunca vemos: el paso del tiempo”, dice imponente Miguel en el escenario. Y luego no recuerda cómo continuar.

«Lo importante es volver al mundo real. La tecnología se ha convertido en una verdadera religión», dice en un debate al día siguiente.

Distancias aparte, Miguel podría estar hablando de la película de David Trueba.

Es la primera vez en sus 30 años de carrera que Trueba, seleccionado para Cannes con “La buena vida” y “Salamina Soldiers”, adapta una de sus novelas, y una de sus mejores, la novela corta de 2015 “Blitz”, una revelación internacional, aclamada por Liberation como “deliciosa, original y sutil”.

En ambas, Miguel es acompañado a una conferencia por Marta (Amaia Salamanca), su novia de deslumbrante belleza y su único sustento emocional. En Bruselas, Marta revela que lo dejará. «Roto y fuera de lugar, Miguel conoce a Olga (Isabelle Renauld), una mujer mayor que trabaja como voluntaria en el congreso de arquitectura. A su lado, comenzará a reconstruirse y a comprender en qué consiste su nuevo proyecto de vida», finaliza la sinopsis de la película.

Llevando el poder del cine a la mesa

“Always Winter”, sin embargo, trae todo el poder del cine a la mesa. Eso se reduce de varias maneras.

Algunas personas pueden haber leído “Blitz” de una sola vez, otras no. Todos podrán ver “Always Winter”, al menos en su versión teatral, de una sola vez. Eso permite que la película capture mucho más claramente la densidad emocional del tiempo. Su capítulo de enero, donde Miguel es abandonado por Marta y conoce a Olga, tiene una duración de 90 minutos. Otros meses, hasta un diciembre final, pasan en un santiamén, capítulos de un minuto o menos.

Tomas individuales capturan la sensación de extrañeza de la ruptura. Cuando Marta sale del hotel de Bruselas para viajar de regreso a Madrid, mientras Miguel se queda, Miguel es sorprendido tirado en su cama. El rostro de Marta entra en escena para darle un beso de despedida y luego ella se va. La cámara se detiene unos segundos en Miguel, en su nuevo estado emotivo para el resto de su vida, sin Marta.

Por encima de todo, la película captura los estragos y el asombro del tiempo, en los rostros y cuerpos de los actores, o en el sol que de repente asoma sobre el horizonte del mar Mediterráneo al amanecer, el mundo real, manifestado en una escena de incontrovertible maravilla.

“Siempre Invierno” reúne a Trueba con el actor David Verdaguer e Ikiru Films, Atresmedia Cine y La Terraza Films, y también con Film Factory, estrella, productora y agente de ventas de “Chistes y cigarrillos” de 2023, que recaudó unos apreciables 891.991 euros (972.270 dólares) en las salas españolas. Verdaguer ganó un Goya de la Academia Española (y, de hecho, cualquier premio al mejor actor español por primera vez en la historia) por su actuación en “Chistes y cigarrillos”.

Variedad habló con Trueba en vísperas del Festival de Cine de Valladolid 2025, sobre el poder del cine, el post gran amor y una especie de mayoría de edad adulta.

Usted ha dicho que algunos aspectos de “Blitz”, que giran en torno al paso del tiempo, eran aptos para una nueva expresión en una película. Uno podría ser la densidad emocional del tiempo, atrapada en la longitud del capítulo de enero, en contraste con muchos otros. Esto se siente con más fuerza en una película…

Absolutamente. Sí, creo que se nota más. Además, hay un aspecto visual. Se pueden describir los cuerpos en un libro, pero las diferencias de edad, de piel de los cuerpos, son aún más evidentes en el cine.

¿El hecho de que hubieras desarrollado la historia en forma escrita, “Blitz”, te animó a centrarte más en los aspectos especialmente “fílmicos” de “Always Winter”?

Digamos que la segunda o última parte de “Always Winter” fue precisamente de eso: tratar de encontrar una forma cinematográfica de contar lo que aparentemente es la misma historia, pero contándola de una manera diferente a como se cuenta en la novela, precisamente porque en la novela tienes la voz del narrador y es más fácil captar lo que está pensando. El cine es más eterno en este sentido…

La película es bastante abierta, empezando por su título: “Siempre Invierno”, que parece una referencia al malestar espiritual de Miguel y luego, a las tres cuartas partes de la película, dice precisamente eso, a modo de broma por no poder apagar el aire acondicionado de la oficina, lo que le ha dado frío….

La novela se llamó «Blitz». Dado que en la película Olga ya no es alemana, no tenía mucho sentido conservar el título. “Always Winter” es una referencia al estado de ánimo: después de la ruptura, hay una especie de bloqueo emocional, como un congelamiento. Te conviertes en alguien que no puede dar ni recibir. Estoy muy interesado en eso. Es un estado en el que una persona parece normal pero en realidad está bloqueada. La gente me pregunta: ¿No es un poco triste para un título? Y yo te respondería que en cuanto ves a David Verdaguer, sabes que hay una ironía en el título…..

Siento que la película pregunta si la ruptura no es parte de un ciclo de vida más amplio….

Más allá de las rupturas, también cuando hay una muerte de alguien cercano, a partir de ahí es como si la vida fuera una cuestión de sobrevivir a esa ausencia, de seguir viviendo a pesar de esa ausencia. Es un poco la sensación que la película intenta transmitir, que algo falta y en cierto modo faltará para siempre. Entonces tu vida ha recibido un mensaje. Lo que Martin Amis llamó “La Información”. Tienes que aprender a vivir con esta información, mientras que antes vivías de otra manera, porque no tenías este equipaje. Es la acumulación de experiencias lo que transforma a una persona.

En cierto modo se podría llamar a “Always Winter” un cuento sobre la mayoría de edad en el que Miguel aprende a abandonar tabúes sexistas como el de que un hombre no puede tener una relación con una mujer bastante mayor.

Y, al arquitecto al que incorpora en su empresa, lo juzga sin siquiera conocerlo, formándose una opinión basada en la rivalidad. Miguel aprende que las personas no siempre son lo que parecen y muchas veces tus opiniones sobre ellas son demasiado apresuradas. Y al aprender eso, te sientes un poco mejor con el mundo.

Esa sensación de mayoría de edad abre otros caminos. Con Marta es un poco como un niño gracioso. Olga también habla de la fiebre que tiene su nieto, siempre preguntando: ‘¿Y ahora qué hacemos?’ Y después de que su gran amor terminó, perdió esa sensación….

Miguel tiene que aprender que no puede permanecer anclado en el pasado, petrificado en el pasado. Después de algo, hay algo más. Tiene que aprender eso.

Escribí en abril, al anunciar la recogida de “Always Winter” por parte de Film Factory, que fusionaba la intimidad y la sensación de fragilidad de los personajes del cine francés, los baños del español Rafael Azcona y el juego estructural de la generación británica de Martin Amis, Julian Barnes e Ian McKewan. Pero tal vez esté totalmente equivocado….

Sin duda, una de mis grandes influencias es el espíritu de las películas, como las de Éric Rohmer. “Mi noche en casa de Maud”, por ejemplo. Películas que se desarrollan en espacios cerrados, cuyo espectáculo es su intimidad. También siempre he sentido una gran afinidad con muchas de las obras de Julian Barnes. Ha escrito sobre el tiempo, la ausencia, las relaciones, mezclando elementos desde la animalidad del comportamiento hasta la racionalidad de personajes cultos cuyas reacciones son mucho más sofisticadas.



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