
Un día, Rey Shantanu Se topa con dos bebés abandonados en el suelo del bosque: un niño y una niña. Los adopta, los llama Kripa y Kripi y los cría. Son hijos de un tapasvi (asceta del fuego) llamado Saradvan y una apsara (ninfa del agua) llamada Janapadi. Mahabharata nos informa así sobre niños abandonados tanto por el padre como por la madre pero adoptados por un solo hombre. Más tarde, Kripa se convierte en una reconocida maestra de artes marciales de los príncipes Kuru, mientras que Kripi se casa con Drona, otro maestro de artes marciales.
Mahabharata es la primera epopeya que cuenta historias del conflicto entre tapasvis y apsaras. Los hombres abandonan sus hogares y viven en el bosque, evitando el contacto con toda forma de placer, incluidas las mujeres. El semen retenido, siguiendo estrictas prácticas yóguicas, se transforma en un fuego interior (tapa) que otorga a estos hombres poderes mágicos (siddhi) con los que pueden cambiar de forma y tamaño e incluso volar o caminar sobre el agua. Esto pone nervioso a Indra, rey de los dioses. Teme que lo derriben, por lo que envía al apsara para seducirlos. Prueba de su éxito es la producción de un niño. El semen está así ligado a la tierra a través del niño, no elevado por la columna para otorgarle poderes espirituales.
¿Quién se hace responsable del niño? ¿El hombre o la mujer? ¿El asceta fracasado o la ninfa exitosa? ¿El padre o la madre? No es ninguna de las dos cosas. El asceta rechaza al niño, considerándolo una prueba de su fracaso. La ninfa lo abandona, pues su papel es el de la seducción y el placer, no el de la maternidad. Por lo tanto, el bebé es descartado, hasta que otra figura, a menudo un solo hombre, interviene para criarlo. La historia antigua desafía lo “moderno” roles de género. Es una imaginación mucho más fluida.
Ni el padre ni la madre son condenados por abandonar al niño. La narrativa no asigna automáticamente “deberes de maternidad” a la mujer, ni condena al hombre por irse. En cambio, la adopción por otro hombre pone de relieve que en el mundo de los escritores del Mahabharata la crianza de los hijos no es responsabilidad exclusiva de las mujeres. Los hombres también pueden ser cuidadores.
La famosa historia de Vishwamitra y Menaka sigue el mismo patrón: su hijo, Shakuntala, es abandonado y luego criado por otro sabio, Kanva. También en las narrativas budistas y jainistas, los hombres se alejan de sus esposas e hijos en busca de búsquedas espirituales. Pero las mujeres se quedan atrás y se ocupan del hogar. El Buda abandona yashodhara y Rahula para buscar respuestas al sufrimiento de la vida. Esto se celebra como una noble renuncia e incluso se justifica. Por el contrario, las mujeres que dejan a sus hijos atrás suelen ser estigmatizadas. Esto hace que la historia del Mahabharata sea única y diferente. Aquí la responsabilidad de criar al niño no recae en las mujeres. Hay un reconocimiento de la libertad de las mujeres. Apsara encarna a la cortesana, mujeres que no estaban atadas a ningún hombre y de las que no se esperaba que fueran esposas o madres. Dieron placer. Ese era su papel. No eran amas de casa. Pero estaban dentro de roles sociales prescritos, tentadoras celestiales.
La antigua tradición india incluye historias de mujeres que rechazan los roles domésticos. Muchos poetas santos de la India como Lal Ded de Cachemira y Akka Mahadevi de Karnataka renunciaron al matrimonio y a la maternidad para dedicarse a la espiritualidad. Se negaron a ser esposas, madres, hijas y hermanas. Se les recuerda porque estaban en una búsqueda espiritual. ¿Serían perdonadas si abandonaran a sus maridos, hijos e hijas en pos de una carrera?
El autor escribe y da conferencias sobre la relevancia de la mitología en los tiempos modernos. Comuníquese con él en devdutt.pattanaik@mid-day.com


